“Desde la educación popular, como un espacio de participación y transformación, coherente con el carácter abierto, flexible, participativo, grupal, práctico y vivencial, entendemos que puede y debe haber más de un aula en el que se construya conocimiento, y que este no solo es posible a partir de lo teórico, sino que es fundamental la experiencia. Desde este lugar pensamos la visita a la Casa Mariani- Teruggi, como un compromiso político al brindar la posibilidad de que se cumpla el derecho de conocer, que es fundamental para elegir cómo ser como personas, y de reflexionar sobre nuestro pasado pero también sobre nuestra realidad. La Casa Mariani- Teruggi no resulta ajena a nuestro presente, los hechos vividos ahí pasaron hace muy poco tiempo, y las consecuencias perduran cada día que alguien guarda silencio, pero también cada día que alguien hace memoria. La intensión de esa visita viene de la mano de la reflexión de nuestro pasado reciente, de la memoria sobre éste y el compromiso político que esto implica.
La visita nos compromete con la política de izquierda, que es el horizonte de la educación popular. La política como acción liberadora y la educación como promoción del cambio social. La visita a la Casa Mariani- Teruggi nos dejó un poquito más de memoria. Nos dejó la idea de que el terror, el horror y el odio que la última dictadura nos quiso mostrar puede ser derrotado con el amor de una abuela a su nieta, el amor a la verdad y el amor de un militante a una causa. Nos deja la alegría de la reunión (ambas prohibidas en dictadura), la alegría del mate en reunión. Nos deja la libertad de preguntar sin temor a pensar que está mal no conocer, que demuestra que tanto el espíritu de la guía como de quienes se atreven a hablar como estudiantes, tienen de alguna manera incorporado el mensaje de la educación popular”.
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